Nunca tuvieron miedo, no sufrieron por la soledad, la oscuridad o el alimento; su angustia solo fue cuando escucharon a la tropa y a los indígenas pasar cerca de ellos. 

Así como se lee…

Nadie lo entendería hasta que se conoce a fondo la vida de los niños Mucutuy, cuatro pequeños de la comunidad indígena Ticuna que cayeron a la selva en una aeronave, donde murió su madre, el piloto y otro adulto indígena familiar

La historia es de no creer y aunque sorprende lo que el abuelo Narciso Mucutuy cuenta, al final de su relato se entiende por qué los niños perdidos, se escondían cada vez que se acercaban los que les regresarían el “bienestar”.

La historia es triste y largar dice Narciso, abuelo materno, un hombre de unos 60 años que entre la tristeza por la muerte de su hija Magdalena, la esperanza lo volvió nuevamente abrazar.

¿Cómo fue ese encuentro?

“Me abrazaron; que papá que papá que nos vamos. No hijos no se pueden todavía, tenemos que estar con médicos, ustedes estuvieron mucho tiempo en el monte y de la mano de Bienestar Familiar, vamos a llegar a un acuerdo para que nos hagan entrega; tranquilícese”

Con la emoción del encuentro, Lesly, la niña de 13 años, le narró a su abuelo lo que pasó desde que la aeronave cayó.

“Los niños me contaron que cuando cayó la avioneta, ellos miraron que la mamá, el piloto y mi primo estaban muertos. Ella se sostuvo de la banca para no matarse, ella siempre alcanzó a golpearse y cuando miró que la mamá, ya estaba muerta, miró la patica de la hermanita pequeñita entre montón de los tres muertos que están allí, ella la jaló y la sacó

¿Qué hicieron ahí?

“Ahí pues ella miro golpeados a los otros dos pequeños y abrió la maleta de la mamá, sacó la ropa y rompió y los envolvió”

“Mi primo llevaba 3 libras de fariña, (harina hecha de yuca brava) entonces ellos cogieron eso y quedaron 4 días alrededor del avión esperando a ver si alguien podía venir a recogerlos, pero al ver que 4 días quedaron ahí, cogieron monte”

A partir de ese momento comienza la otra historia

Lesly no sabía hacia donde ir, solo caminó con sus hermanos dejando algunas huellas por si alguien los buscaba. Los días y las noches pasaron y el alimento comenzó a escasear.

“Ella cuenta que mientras la niña tuvo el tetero le daba poquitico o poquitico hasta que se acabó, y de ahí a punta de agua, pura agua y la niñita se mantenía churrienta todo el momento porque no se le cuajaba, era pura agua”

Sin embargo, a pesar de las circunstancias, los niños, dice el abuelo, no sintieron miedo, solo cuando…

“Cuando sonaba helicóptero ellos se metían debajo de unas palizadas, debajo de palo grande, pues del miedo, y cuando los buscaban los paisanos o el Ejército también ella cuenta que pasaban a 10 metros y ella se quedaba quieta y tapaban la boca del pequeñito pa’ que no llorara y no haga bulla”

¿Por qué tenían miedo?

“Porque pensaban que si los encontraban les iban a dar juete a ellos por esconderse, entonces por eso no contestaban. Así tal vez ellos vivían así con la mamá y el papá”.

Magdalena Mucutuy tenía 6 hijos, cuatro con un primer marido de las cuales dos de ellas iban en la aeronave siniestrada (los otros dos se encuentran en Chorrera) y otros dos con su segundo marido que son los dos pequeños que también iban en el avión, Lesly su hija de 13 años siempre fue protectora de sus hermanos, por eso, dice su abuelo, siempre estuvo cuidando a los menores y dispuesta a todos para permanecer unidos; y así los encontraron

“Al momento que la encontraron, dice que ella ya no podía caminar, ya estaba muy cansadita, entonces ellos se amontonaron en un solo lugar y se sentaron y tenían la niña pequeñita ahí entre las piernas y la encontraron”.

Lesly , Soleyni, Tien Noriel y Cristin permanecieron 40 días en la selva, algunos de ellos acompañados por un perro que iba y volvía hasta que se fue y no regresó.

“Es un milagro; uno como creyente, leyendo la bíblica ¿en San Mateo que dice? ¿Jesús cuántos días duró sin comer orando? 40 días y eso es la misión que ellos cumplieron”

Narciso nunca perdió la fe, siempre se sintió acompañado

“Estoy feliz, que yo nunca me sentí solo, tuve un apoyo de mundo entero”.

Finalmente, este abuelo, protagonista del milagro del siglo, agradece a Dios, al Presidente, a los militares, a la Fuerza Aérea, a la ONU, a los jóvenes indígenas y a todos los que oraron por su familia. Los niños se recuperan en el Hospital Militar pero no ven la hora de regresar a la selva, a su territorio ; allí al lugar donde está el río Apaporis, los atardeceres mágicos y su cultura .

Araracuara los espera, pero no como los niños que un día se fueron con su madre en busca de otro destino, ahora regresarán como unos héroes, como los niños que sobrevivieron en la selva 40 días.

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